
Al parecer, tras el proceso que se llevó a cabo contra los templarios, los barcos que allí había anclados desaparecieron de un día para otro. Habían estado navegando durante décadas, en un mar que apenas tenía que ver con los compromisos oficiales de la Orden, y de pronto no se sabía nada de ellos.
Se sabe que su cometido principal era el de transportar peregrinos hasta Santiago de Compostela. Esto es lo oficial pero, como siempre, hay algunas dudas al respecto.
Según Louis Charpentier, el conocido autor de Los misterios de los Templarios y de El enigma de la catedral de Chartres, la verdadera actividad de la flota habría sido mantener un comercio constante con América, y alguna colonia templaria más o menos estable en el Nuevo Continente. De ahí vendría parte de la riqueza de la orden, sus arcones llenos de plata y demás.
Luego, otros autores han ido más allá. Sugiriendo que en aquellos barcos habrían huido monjes que se habrían salvado del proceso.
¿Constituyó la plata traída de América la verdadera fuente de riqueza para los templarios?
¿Hacia dónde?
Probablemente hacia América. Hacia sus propias colonias. Colón sería uno de sus descendientes. De aquellos hombres rubios, barbudos, de túnicas blancas, de los que se ha hablado por aquí…

Un misterio que añadir a otros que rodean a estos monjes guerreros que se hicieron pronto con parte de las riquezas que circulaban por Occidente. Otro, o quizá el verdaderamente clave para conocer lo que fue de la Orden tras su disolución.
Los misteriosos caballeros templarios disponían de una vasta red de comunicaciones marítimas, y es posible que hasta hubiesen heredado algunos de los mapas y otros secretos de los fenicios. De la flota templaria hablan Michael Baigent y Richard Leigh en su libro "Masones y templarios". Señalan que los templarios tenían una gran flota a su disposición, fondeada tanto en puertos franceses e italianos del Mediterráneo, como en puertos del norte de Francia, Flandes y Portugal. Cuando Felipe IV ordenó las redadas de la madrugada del 13 de octubre de 1307, la flota templaria fondeada en La Rochelle ya había sido avisada. La flota al completo zarpó y escapó así de la persecución del monarca. Nunca más se supo de ella. La desaparición de la flota templaria se ha convertido en uno de los grandes misterios de la Historia. ¿Qué fue de aquella importante flota de barcos? ¿Se dispersó por los siete mares o se reagrupó en algún lugar secreto? En "Masones y Templarios", Baigent y Leigh sostienen que la flota templaria escapó en masa de los distintos puertos del Mediterráneo y del norte de Europa y se dirigió a un destino misterioso en busca de asilo político y seguridad. Dicho destino era Escocia. La flota del Mediterráneo tuvo que atravesar el peligroso estrecho de Gibraltar, y es probable que después recalase en varios puertos portugueses favorables a los templarios, como el castillo de Almourol. Portugal era uno de los pocos países donde podían recibir asilo; un país que, a diferencia de España, era en gran medida favorable a la orden del Temple. El castillo de Almourol fue construido en 1171 por Gualdim Pais, maestre de la orden del Temple, sobre las ruinas de un antiguo castillo romano. Gualdim Pais era uno de los muchos nobles portugueses nombrados maestres templarios, grandes navegantes y propietarios de imponentes castillos y enormes flotas.

También según algunos autores en la isla de May, en la costa escocesa, se enterraron un sin fin de tesoros templarios antes de que estos llegaran a las costas; pero como todo, al final son sólo conjeturas.

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