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viernes, 26 de mayo de 2017

LA VENGANZA DE HERACLEO. RELATO CORTO.


Cerca de la ciudad de Atenas, año 399 a. c.
Mi nombre es Heracleo. Nací dos veces, una de mi madre y otra, cuando tras haberme echado a los lobos, regresé al frente de la manada. Esta es la historia de mi venganza, un acto de justicia para escarmiento de dioses y hombres, pero sobre todo, para dar fe de que sigo aquí a pesar de todos ellos. Los maldije en su día y, lo sigo haciendo a día de hoy, pero sobre todo, me maldigo a mí mismo.
Imagen relacionadaLa historia de mi debacle, comenzó una soleada mañana, mientras estaba tranquilamente sentado sobre una piedra al cuidado de las ovejas bajo el sol. Cerca de allí, mi padre terminaba de cerrar un trato con el hombre que trajo la desgracia a mi tranquila y sosegada vida de aprendiz de pastor.
A lo lejos, podía observar como el negocio parecía transformarse  en un enfrentamiento. 
Resultado de imagen de pelea griegos antiguosHasta que ocurrió, tras separarse y estar de espaldas, mi progenitor recibió un golpe en la cabeza con una piedra. Todo pasó frente a mis ojos muy despacio, no podía asimilar que alguien agrediera a mi padre, hombre ejemplar, digno y honrado.
Sin pensarlo dos veces acudí corriendo, mis piernas parecían no obedecer la orden que mi cabeza mandaba, más rápido, más rápido. Para cuando llegué, aquel maldito ya no estaba, había desaparecido y, entre gritos de dolor me arrodillé ante mi padre.
—¡Padre, padre, despierta!
La desesperación de hizo en mí, pues temí lo peor, cosa que en breve pude comprobar; mi padre había muerto, asesinado por ese vil personaje.
Tuve que recomponerme aunque estuviera con la sorpresa y el miedo en el cuerpo, ¿qué sería ahora de mí y de mi madre? ¿Qué futuro incierto nos esperaba? 
Me levanté y miré en derredor, por si aquel asesino estuviera aún en las proximidades y hubiera decidido acabar conmigo también. Me agaché y cogí una piedra, por si acaso. Si lo hubiera descubierto acercándose, la pedrada en la frente hubiera sido segura, pues de mi habilidad con ellas pueden dar fe todos los que me conocen y  las muchas cabezas en las que dejé mi sello.
Olvidando el ganado, mis piernas empezaron a correr, esta vez sí me obedecían y, en poco rato llegué a la cabaña donde morábamos.
Entré en tromba, como si del mismísimo Averno hubiera escapado.
—¡Madre, madre!, ¡padre ha muerto, lo han…!
Cuál fue mi sorpresa al encontrar al hombre que acababa de asesinar a mi padre delante de mis ojos, abrazado a mi madre, besándola apasionadamente.
Al escuchar entrar aquel torbellino, se separaron inmediatamente, mi madre con una falsa sonrisa en la boca se atrevió a decirme:
—Heracleo… hijo mío, yo te explicaré.
Sin dejar terminar la frase, me abalancé sin pensarlo sobre el que había traído la desgracia a mi casa, golpeando como bien podía, con toda la rabia del mundo personificada en ese niño de 9 años que yo era. Pero todo fue en vano, inútil, de un solo guantazo con la mano del revés, me derribó.
Tirado en el suelo, con el labio partido y sangrando, mi madre gritó:
—¡No, no golpees al niño!
El otro, con una mirada de soberbia y odio al tiempo, dio dos pasos hasta alcanzar el lugar de mi madre y, su respuesta fue otro golpe en la cara, que la derribó ante su sorpresa.
—¡Cállate, zorra!, y controla a tu bastardo.
Allí  nos encontrábamos ambos, madre e hijo, en el suelo, sangrando y mirándonos sin entender qué estaba pasando entre agrias lágrimas; las de ella de dolor, las mías de indignación e impotencia.
—Heracleo, ahora yo seré tu padre y me obedecerás en todo lo que te mande, sino lo pagarás en tus carnes, ¿lo has entendido?
El silencio fue mi respuesta que, junto a una  mirada desafiante, enojó aún más al que se proclamaba mi nuevo progenitor.
—Yo te enseñaré… ¡Ven aquí, levántate!—me amenazaba mientras se acercaba a mi levantando los brazos.
Mi negativa a contestarle y el seguir en el suelo sin levantarme desobedeciendo sus órdenes, fue el detonante para un fatal desenlace.
Agarró un bastón que estaba colgado cerca de la puerta y, con él me dio el que probablemente sea el golpe más fuerte que en la testa he recibió en mi vida. Ya no recuerdo más de ese día, solo el dolor en la cabeza y otro aún más fuerte en el alma.
Desperté desorientado, con frío y entre un terrible dolor de cabeza, sin tener ni idea del tiempo transcurrido desde aquel encuentro con mi destino. Tumbado en el frío suelo en medio de un bosque, al amparo de la obscuridad y de los ruidos nocturnos.
Me eché la mano a la cabeza, restos de sangre seca entre mis cabellos es lo que pude palpar. Quizá debí sentir miedo al bosque, a la soledad o a la obscuridad, pero solo un sentimiento alimentaba mi alma, mi corazón, el que le dio sentido a mi vida: el odio y el ansia de venganza.
Entre el desconcierto del momento no llegué a darme cuenta del nauseabundo olor que me envolvía, estaba sobre excrementos de animal. Me dio asco, pero aquel era el menor de mis problemas. Escuché un ruido muy cerca, algo o alguien me acechaba, me puse en guardia intentando levantarme, pero el dolor de cabeza hizo que sintiera pinchazos y las pocas fuerzas que tenía me abandonaban, no pude.
Entre gruñidos, un animal se acercaba lentamente, se detenía, olisqueaba el ambiente y, seguía acercándose, hasta que por fin pude identificar de qué se trataba… ¡un lobo!
Entonces fue cuando mi cuerpo se paralizó, el miedo invadió mi ser en su totalidad, bloqueado, no pude ni siquiera gritar, el pánico me lo impedía.
Creí llegado mi final, uno que nunca hubiera podido imaginar, pero allí estaba yo, frente a un lobo que a un palmo escaso de mi cara no cesaba de olisquearme hasta que, ocurrió lo impensable. Cesaron los gruñidos y de manera extraña, comenzó a lamerme. No lo entendí aquella noche y tampoco a día de hoy, me sentí como si hubiera vuelto a nacer.
Resultado de imagen de lobos atacandoAparecieron tres ejemplares más, quizá al ver que yo no era una amenaza para ellos y, tras unos instantes, otros lobos hicieron acto de presencia, que observaban a cierta distancia, mirando como el primer lobo seguía lamiendo mi faz.
Durante unos días conviví con ellos, me alimentaban, me proporcionaban carne de la que cazaban y la ponían junto a mí, cosa que al principio me repugnaba al estar sucia, cruda y llena de sangre de sus víctimas, pero la necesidad apremia y al menos comía.
Una vez repuesto, decidí que debía abandonar a los lobos, aunque hubieran sido mi salvación. Mi agradecimiento por aquello, creo que nunca se lo podré llegar a demostrar. Extrañamente, el día que los dejaba, parecían entender que me iba, que tenía un destino y que debía afrontarlo yo solo. Mientras me alejaba, sus miradas se clavaban en mí, sentí un pequeño dolor en el corazón, hasta la tristeza llegó a embargarme por momentos, pero debía marcharme de allí, de su compañía, por muy agradecido que les estuviera, debía seguir mi camino. Cuando ya por fin me alejé lo suficiente, empecé a escuchar tristes aullidos a modo de despedida, cosa que me reconfortaba, tenía claro que en ese bosque dejaba amigos para siempre.
Resultado de imagen de hoplita con niño
Deambulando por caminos y, buscándome la vida como bien podía, di por casualidad con un grupo de hoplitas que iban de camino a Atenas. Tras relatarles mi historia, me acogieron temporalmente, me alimentaron y cuidaron unos días, cosa que agradecí, sobre todo por estar entre humanos y poder alimentarme como ellos, aunque casi echaba de menos aquella carne fresca y cruda que me traían los lobos.
De repente, una mañana mientras marchábamos, algo llamó mi atención, ¡aquellas tierras eran conocidas por mí!, las recordaba, eran tierras de pastoreo de cuando acompañaba a mi padre con las ovejas. Mi casa estaba cerca, y mi venganza posiblemente también.
No tuve por más que agradecerles a aquellos guerreros lo que hicieron por mí, pero había llegado el momento de partir y afrontar mi destino, por cruel o nefasto que pudiera ser.
—Suerte, muchacho, y que los dioses te guarden. Ten, un regalo para que no nos olvides nunca —dijo el comandante al tiempo que alargaba su brazo ofreciéndome una daga como recuerdo.
—¡Gracias!—le contesté ilusionado  —nunca os olvidaré.
Esperé a que desaparecieran por el camino, hasta que una pequeña nube de polvo, me confirmó que ya estaban lejos. Cambié de dirección y me encaminé hacia el que había sido mi hogar, en busca de mi destino en forma de venganza, debía hacerlo o morir en el intento.
Llegué a las inmediaciones de la cabaña, oscurecía, y me acerqué con todo el sigilo de que fui capaz. Agazapado, lo más cerca posible, me asomaba por una de las ventanas.
El alma se me caía al suelo ante lo que mis ojos veían, mi madre sentada en el regazo del asesino de mi padre con la mano en la entrepierna, ella disfrutando y apurando un pellejo de vino. El odio se acrecentaba en mi corazón… ¡debía vengarme de ambos!, los dos eran culpables de mis desgracias. Y con la ayuda de los dioses o sin ellos, me propuse perpetrar el mayor acto de crueldad que un niño de mi edad podía cometer: ¡matar a su propia madre!
Agarré con todas mis fuerzas el puñal que me habían regalado los hoplitas y, con todo el sigilo posible, me encaminé hasta la puerta.
Entré de golpe, gritando como un poseso, intentando aprovechar la sorpresa.
—¡Malditos, os mandaré al Averno, pagaréis por la muerte de mi padre con vuestras vidas!
Ante la sorpresa, cayeron hacia atrás del banco donde se encontraban, se levantaron enseguida sin poder creer lo que tenían ante sus ojos: el hijo abandonado a su suerte con un puñal en la mano clamando venganza.
Mi madre, se echó las manos a la boca, pero el usurpador, asesino y nuevo amante, comenzó a reírse.
—¡Ja ja ja!, ¿dónde vas tú bastardo, acaso buscas justicia?
Sin pensarlo dos veces corrió a mi encuentro, cosa que ni por un momento pensé que podría hacer e, hice lo mismo puñal en mano entre los gritos de terror de mi madre.
Chocamos y, él me repelió fácilmente, ataqué tirando un tajo para intentar al menos herirle, pero con un rápido movimiento, esquivó mi acometida, propinándome un certero golpe que me hizo soltar mi puñal… estaba a su merced.
Volvió a golpearme y caí, mientras, él recogía el puñal del suelo. Se acercaba lentamente, con una siniestra sonrisa al tiempo que le decía a mi madre:
—Mujer, te dije que era mejor matarlo, por tu culpa tendré que hacerlo ahora.
—¡No, no lo mates!
Frente a mí, alzando el puñal para matarme, sus ojos se abrían desorbitadamente inyectados en sangre y odio.
—¡Ya es hora de que mueras, bastardo!
Cuando de repente se detuvo, detectó un olor extraño y se quedó helado, mi madre también; desde la puerta dos pares de ojos de observaban atentamente. Bajó lentamente la mano en la que agarraba el puñal, miró a mi madre, después a mí y, otra vez hacia la puerta.
Resultado de imagen de lobos atacandoNi siquiera se llegó a escuchar ni un gruñido, dos lobos se abalanzaron sobre ellos ente gritos de terror. Aquello fue rápido y mortal, ante mí, mis amigos los lobos devoraban a aquellos que arruinaron mi infancia, mi vida. Todo había terminado, con las fauces manchadas de sangre, se acercaron gimiendo. Les acaricié el lomo, después la cabeza y, tras esto, salieron corriendo para no volver a verlos nunca más. Miré la escena, no me sentía culpable… o quizá sí y, decidí terminar con todo para siempre, me acerqué a la chimenea, agarré un tronco ardiendo y prendí fuego a la cabaña; me marché sin mirar hacia atrás.








martes, 16 de mayo de 2017

JUAN LEPE...¡REY DE INGLATERRA!

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Juan de Lepe fue un marino lepero nacido en un hogar humilde a mediados del siglo XV, que formó parte de la corte del rey Enrique VII de Inglaterra, sirviendo como confidente, amigo, comensal y bufón del rey, llegando a ser "rey de Inglaterra" por un día.
Juan de Lepe pasó a la historia por ganarle al rey una partida de cartas a doble mano en la que éste se había apostado las rentas que su reino producía en un día y el nombramiento (simbólico) como "rey de Inglaterra" durante ese mismo día, debido a esto, fue conocido como "el pequeño rey de Inglaterra", ganando fama en todo el reino inglés.
El rey pasaba mucho tiempo en su castillo y gustaba de disfrutar de frecuentes partidas de cartas, pero únicamente apostaba monedas, dado que era famoso por ser muy tacaño, sin embargo, en esa ocasión subió la apuesta y la perdió, nombrando a su cortesano y amigo "rey de Inglaterra", además de hacerle rico.
A la muerte del rey, en 1509, volvió a Lepe como un hombre rico, situación que le permitió vivir holgadamente y contribuir al mantenimiento del hoy desaparecido convento franciscano de Nuestra Señora de la Bella en Lepe, siendo enterrado en el recinto del convento bajo una lápida, hoy perdida, que documentó en su crónica el padre Gonzaga, general de la orden franciscana, en 1583
Enrique VII (centro), con sus consejeros Sir Richard Empson y Sir Edmund Dudley

sábado, 13 de mayo de 2017

ODA A BLAS DE LEZO.

Resultado de imagen de foto blas de lezoAlmirante sin par,
que medio hombre se hacía llamar,
aunque con tal gallardía,
que al inglés hizo llorar.
Al corsario Jenkins la oreja mutiló,
y a su pirata reina las alas cortó.
Mandada en un cofre,
la oreja recibió.
y con un recado que nunca olvidó.
Honor apresado y hundido,
el inglés quedó rendido,
y en todo el Mar Caribe,
recibió su merecido.
En forma de vengador,
un tal Vernon llegó,
Resultado de imagen de foto blas de lezocomo perro ladrador,
y con el rabo entre la piernas,
a su corsaria patria huyó.
Que perdió la campaña,
decidle a vuestra reina perra
¡Que Cartagena es España!,
y no Inglaterra,
Inglés, pirata y traidor,
no sois dignos,
y os falta valor,
no sois bienvenidos,
donde haya un español.


viernes, 12 de mayo de 2017

¿POR QUÉ TIENEN LAS HUCHAS FORMA DE CERDO?

Seguramente tendrás o habrás tenido una hucha/alcancía con forma de cerdito en la que guardabas tus ahorros, dinero que recibías de tus padres o de tus abuelos. Como tantas cosas, todo tiene su explicación, y las huchas con forma de cerdito también la tienen.

Resultado de imagen de hucha cerdito barroDurante la Edad Media, en el mundo cristiano, una familia que tuviese un cerdo en su casa o en su pequeña granja era un símbolo de prosperidad y garantía de futuro -“del cerdo se aprovechan hasta los andares”-, ya que en caso de guerras o malas cosechas tenían una fuente de alimento al que recurrir y con el que poder subsistir -además de carne, proporciona embutidos durante un año para la alimentación de una familia-. Recordemos que en la Europa de la Edad Media la esperanza de vida para el hombre era de 49 años y el de las mujeres de 53 años, una corta vida debido a las constantes enfermedades como la Peste Negra, la falta de medidas sanitarias y las frecuentes guerras que asolaban el continente. Durante este periodo de la historia, los pastores de cerdos eran los que mejor conocían los bosques y los linderos, por lo que eran llamados para atestiguar sobre los límites de propiedades y definir su extensión.

miércoles, 10 de mayo de 2017

AUTOPASIÓN EN PIEDRA.

No hay texto alternativo automático disponible.
No es lo mismo autopasión, que autocompasión, como demuestra esta imagen de la catedral de Colonia.
Extrañas cosas siempre se ha descubierto en este tipo de construcciones —encima religiosas —, y algunas son verdaderamente muy sorprendentes, pero esta se lleva la palma. Por ejemplo, hasta hay esculpido en piedra un escudo del Athetic de Bilbao en una catedral, en otra un obispo con cara de cerdo... ¡Coño, hasta un astronauta en la catedral vieja de Salamanca!
Pero esta imagen de la catedral de Colonia es la ganadora indiscutible.
¿Y no veían los religiosos estas cosas mientras se construía la catedral? Seguramente está a una altura en la que pasa desapercibido totalmente, pero con las tecnologías... ya se sabe.

martes, 9 de mayo de 2017

DESEABA TUS BESOS.

Deseaba tus besos,
acariciar tu piel,
perderme entre ellos,
con  sabor a miel.
Una vez que te tuve,
el deseo se esfumó,
pues sufrí tu cama,
vacía de amor.
Tu cuerpo me amaba,
pero sin corazón,
y mi alma esclava,
padecía de sin razón.
Cuerpo y mente,
calor y frío,
pasión inerte,
amor mío.
Nunca pusiste ambos,
en tus sábanas vacías,
mientras tu boca me amaba,
 tu alma me mentía.
Juntos sobre la cama,
solo,  nosotros dos,
sudando como posesos,
haciendo el amor.
Aunque solo fuera  sexo,
lo fue con pasión,
y de mucha intensidad…
¡Menudo revolcón!








domingo, 7 de mayo de 2017

viernes, 5 de mayo de 2017

EL MILAGRO DE LA ESTATUA DE JOSÉ SAN MARTÍN.


Imagen relacionadaTras la muerte del General José San Martín, las autoridades argentinas decidieron comprar la casa donde había muerto, en Boulogne-Sur-Mer, Francia. Mandaron construir un gran monumento en la costa de dicha ciudad. El monumento fue majestuosamente inaugurado; casi sobre la playa, es uno de los pocos de la ciudad. 
El milagro de la estatua del General José de San MartínDurante la Segunda Guerra Mundial, sobrevivió el implacable bombardeo aliado de la costa, 487 bombardeos nada más y nada menos; siendo prácticamente la única estructura intacta de la zona. Encima, estaba a unos 200 metros de un apostadero de submarinos, U-Boots. Más adelante, cuando los alemanes saquearon las ciudades en búsqueda de materiales estratégicos como el bronce, no tocaron el monumento; no se sabe si por respeto a las figura del prócer o para no herir la sensibilidad del gobierno argentino, el cual había sido un aliado en las sombras para los nazis. Esta historia, también es conocida como "El milagro de la estatua del general José San Martín".

Monumento al Gral. San Martín en Boulogne-Sur-Mer, Francia. Tras los bombardeos y en la actualidad.

lunes, 1 de mayo de 2017

POR BOCAZAS.

Robert Surcouf, corsario francés al servicio de Napoleón I, se encontraba debatiendo con un oficial británico de la Royal Navy sobre el papel de cada país en un conflicto armado.
En un momento de máxima excitación durante la discusión el inglés espetó:

«En el fondo, lo que nos distingue es que nosotros nos batimos por el honor y vosotros por el dinero…»

«Pues sí. Cada uno lucha por lo que le hace falta» contestó el francés."

ES DIFÍLCIL ESCAPAR DEL DESTINO. ALMIRANTE BELGRANO.

El crucero argentino ARA General Belgrano, conocido por ser hundido durante la guerra de Malvinas por un submarino nuclear inglés, era uno de los pocos sobrevivientes del ataque japonés a Pearl Harbor. Ubicado aparentemente en una sección apartada del puerto, al estar rodeado de blancos mucho más prioritarios, no fue atacado fuertemente.
Conocido entonces como USS Phoenix, era el sexto de la unidad de cruceros ligeros de la clase Brooklyn. Construido a partir de 1935, fue botado tres años más tarde. No solo sobrevivió al ataque que metió a EEUU en la guerra, sino que salió de ella sin problemas y fue dado de baja en julio de 1946. En 1951 fue vendido, junto a un crucero de la misma clase (el USS Boise, renombrado ARA 9º de Julio) a Argentina, por casi 8 millones de dólares.
Irónicamente, el submarino nuclear que lo hundió, el HMS Conqueror, utilizó torpedos remanentes de la Segunda Guerra Mundial.