ANÍBAL Y LOS CUERNOS.

Tras cruzar los Alpes, Aníbal fue engañado por sus guías y cayó en una trampa tendida por los romanos. Acorralado en un valle cuyas únicas salidas estaban controladas por los ejércitos de Roma. Lo que podría hacer sido una masacre y una espantosa derrota, fue convertida por el famoso estratega en una aplastante victoria. En medio de la oscuridad de la noche, soltó en las montañas a 2.000 reses con antorchas encendidas atadas a los cuernos. Los romanos, creyendo que se trataba de un ataque a la desesperada por parte de los cartagineses, les hicieron frente, pero al ver la estampida de semejante manada de bestias infernales, huyeron aterrorizados y le dejaron libre el paso a Aníbal. Este inmortal cartaginés, fue una de las mentes privilegiadas de su época, y ha transcendido hasta nuestros días como uno de los mejores militares habidos y por haber. Y como a casi todos los que dan por su patria todo, le paga fatal. La desagradecida Carthago, intentó asesinarlo y; ante el fracaso de ese infame intento, escapó y fue soldado de fortuna hasta el final de sus días.