En plena Guerra de la Independencia, George Washington envió a sus oficiales a requisar los caballos de los terratenientes locales. Llegaron a una vieja mansión y cuando salió su anciana dueña le dijeron:
—Señora, venimos a pedirle sus caballos en nombre del Gobierno.
—¿Con qué autoridad?— replicó la mujer.
—Con la del General George Washington, comandante en jefe del ejército americano.
La anciana sonrió y zanjó el tema:
—Váyanse y díganle al general Washington que su madre dice que no puede darle sus caballos.
Jajaja, qué bueno, me ha encantado. ¿De dónde sacas estas cosas? Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarInvestigación y muchas horas de lectura, y por supuesto, ganas de compartir. Un abrazo.
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