La guillotina no es un invento francés, y su creador no fue el doctor Ígnace Guillotin. El reconocido revolucionario fancés, la propuso como método oficial de ejecución.

Aunque un aparato similar ya se usaba en Italia desde el s. XV (mannaia, descrita en “El Viaje a Italia” de Labat, publicado en 1730), en Inglaterra (Halifax gibet) y en Escocia (maiden, que se empleaban para ejecutar a los aristócratas o clérigos condenados a muerte). Se empleaba así como un instrumento reservado para casos especiales, en los que por la condición del individuo condenado no se admitía la intervención directa del hacha del verdugo. De los siglos XII y XIII también se tienen indicios, incluso una máquina similar atribuida a Titus Manlius en la Antigua Roma. Los romanos ya conocían y usaban la guillotina, y algunos historiadores creen que fue inventada por el cónsul Titus Manlius, quien paradójicamente, acabo siendo ejecutado con ella.
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