Qué efímero,
trabajo caduco,
casi me muero,
¡menudo truco!
No te molestes más,
vete ya pérfida,
ya no me engaña,
tu lengua bífida.
Qué arrogante eres,
soberbia y retorcida,
y que te enteres,
te tengo aborrecida.
Y no por mala,
sino por jodida,
por cabrona,
y desagradecida.
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