MICRORRELATO PREMIADO EN EL IV CONCURSO LA SAL

TE ECHO DE MENOS.
Ya no me importas —o eso creía yo—. Aprendí a vivir sin ti a la fuerza, ¡aunque te echo tanto de menos...! ¿A quién pretendo engañar?
Tu ausencia me entristece, me hace ser menos auténtico, pero es lo que hay. La añoranza me embarga cada día.
Te he tenido entre mis manos, deslizándote entre mis dedos. Tu característico tacto inconfundible, tu encanto… y siempre junto a un Verdejo bien fresco.
Esta vida no es lo mismo sin ti, en verdad te lo digo, pero… ¿qué hacer?, nunca fui un rebelde.
Las ñoras y los ajos te echan mucho de menos, entre lágrimas… me lo han confesado. Las doradas siguen sin hablarme, dicen que están de luto por ti… ¡la madre que las parió!
Cómo diste sabor a mi vida, dichosa sal. Pero bien sabes de quién fue la culpa, de aquel inmisericorde médico y de la puñetera tensión.