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sábado, 30 de abril de 2016

AUTORIDAD DE UNA MADRE SOBRE UN GENERAL.

En plena Guerra de la Independencia, George Washington envió a sus oficiales a requisar los caballos de los terratenientes locales. Llegaron a una vieja mansión y cuando salió su anciana dueña le dijeron:


—Señora, venimos a pedirle sus caballos en nombre del Gobierno.

—¿Con qué autoridad?— replicó la mujer.

—Con la del General George Washington, comandante en jefe del ejército americano.

La anciana sonrió y zanjó el tema:

—Váyanse y díganle al general Washington que su madre dice que no puede darle sus caballos.

MI NIÑA DE AYER

La burocracia nos separó por unos meses,
el verano medió en muestro amor,
y el destino vino a juntarnos otra vez,
 pero el tan ansiado reencuentro,
se hizo esperar, y mucho,
años pasaron hasta que te vi,
pero el tan esperado momento,
pasó de tener la magia esperada,
 al rechazo inconsciente,
al derrumbe de tantas y tantas noches de espera,
al final solo fue un momento,
 que por no aprovecharlo,
se tradujo en años,
 y ahora ya, perdido todo,
solo me queda el recuerdo,
ese recuerdo que durante toda mi vida me acompañó,
 y ahí está, ahí queda,
imborrable y eterno al paso del tiempo,
aún a pesar tuya,
que aunque no  quieras,
a pesar de la vida,
de los años,
y de todo,
siempre serás mía,
no esa adulta de hoy,
 sino aquella niña de ayer,
 mi niña.

viernes, 29 de abril de 2016


El Virrey de Perú Ambrosio O’Higgins, de origen irlandés pero al servicio de la Corona española, impuso de un toque de queda a partir de las 10 de la noche para erradicar los escándalos nocturnos. Todo aquel que circulase por la calle a partir de esa hora tendría que ser arrestado y llevado al calabozo. Para ello se formó cinco guardias con un Capitán al mando de cada una.

Las órdenes del Virrey eran muy claras:
«Quiero que la justicia sea igual para todos. Ténganlo bien presente. Después de las diez de la noche… ¡A la cárcel todo ser viviente!»
La primera noche quiso comprobar la efectividad del servicio y salió a pasear. Se cruzó con cuatro guardias que tras reconocer al Virrey lo dejaban continuar con su paseo pero al toparse con la quinta fue parado y arrestado.
Al día siguiente se le preguntó al Capitán al mando de la guardia que condujo al Virrey hasta el calabozo del porqué no lo dejó marchar como hicieron sus compañeros y él contestó:
«La ley es la ley y yo cumplía órdenes. El Virrey dijo que a la cárcel todo ser viviente que anduviese por la calle a partir de las diez»
Los cuatro capitanes que por respeto no lo habían arrestado quedaron destituidos. La quinta ronda obtuvo un reconocimiento por su meritoria labor.

jueves, 21 de abril de 2016

"LA MEADA DEL VALOR". GEORGE S. PATTON

El General George S. Patton, como casi todos saben, fue un personaje especial  y hasta —como dirían en mi pueblo— "jodío", por varias cosas. Fue protagonista de muchas anécdotas durante la II Guerra Mundial. Entre otras, porque nunca se "acojonó" por los bombardeos.
Era un militar firme y odiaba a los soldados cobardes, enfadándose de manera exagerada cuando los hombres bajo su mando  se refugiaban o se ponían a cubierto durante los bombardeos.
Por avatares de la guerra, quiso en destino que coincidieran durante la Segunda Guerra Mundial con el Mayor General Terry Allen, que estaba al cargo de un campo de batalla plagado de trincheras.
Y no se le ocurrió otra cosa que decirle a Allen:
—Allen ¿usted tiene una trinchera también?— pregunto Patton.
—Sí, señor—. respondió Allen, señalando con su dedo— Justo ahí—.
Sin mediar palabra alguna, Patton se acercó a la trinchera, se bajó sus pantalones y, literalmente, se meó en ella. 



domingo, 17 de abril de 2016

LA LLAMADA DE LA CAMPANA.


Tañen las campanas,
supongo que por mí,
aún no es mi hora,
me queda tanto por vivir.
Viví muchas mañanas,
otras tantas tardes sobreviví,
y por mucho que ellas me llamen,
yo... sigo aquí.
Lejanas insisten en llamar,
ni quiero, ni pienso ir,
sólo cuando en verdad me llamen,
quizá quiera, o pueda asistir,
pero con reticencias y renegando, eso sí.
Ya veremos cuando llegue,
si su invitación acepto,
que por mucho insistir,
ni Dios ni hombre decide,
sólo yo, y de buena lid.

domingo, 10 de abril de 2016

LOS OTROS 300. DON PELAYO. ASTURES.


Según muchos historiadores actuales, el número de seguidores inicial de astures con los que contaba Don Pelayo en la Batalla de Covadonga eran al rededor de 300. Los Musulmanes se referían a ellos como los "300 asnos salvajes"... ¡menuda coz recibieron!
Una hueste dirigida por un experimentado militar llamado Alqama, al frente de 20.000 guerreros, mandados por Munuza, el Emir de Córdoba, fue derrotada por Don Pelayo y por un desprendimiento de rocas fortuito.
En las estribaciones del gran macizo de los Picos de Europa se encontraba el Monte Auseva, y en él una oquedad conocida por la leyenda como " Cova Dominica", más tarde conocida por "Covadonga". Aquella cueva consagrada  la Virgen María, sería el sitio ideal para comenzar las operaciones de guerrillas con las que don Pelayo inició, sin saberlo, lo que se conocería como la "Reconquista", que se extendió a lo largo y ancho de 800 años hasta la caída de Granada.

LA CAMPANA LEJANA Y ETERNA.

Tentado fui de tenerte,
Mas no pude, no me atreví,
Te quise y más que te amé
y sobre todo, te deseé.
Por eso me fui,
A mi lado más oscuro,
Lejos de ti y de mi propio ser,
Por creerme no querido,
Rechazado y hasta herido.
Mis velas plegué,
En pos de otra vida sin ti,
Navegando sin rumbo,
Muchos mares crucé.
Sirenas de bar acometiéronme,
pero ninguna mi campana hizo soñar
Que tras años encontré a la que
Esa campaña hizo girar,
Agradeciéndole el saberme  amar.
Pasados los años aún sigue sonando,
Esa campana sin par,
pero siempre dejando
aquel sonido, que perdido entre el mar,
dejé por cobarde,
escapar.

domingo, 3 de abril de 2016

"Beauseant"

El estandarte del Temple, llamado "Beauseant" (Bien Sentado), era "mitad oro, mitad sable", es decir, blanco y negro, con lo que recordaba los colores de sus escuadrones: estos estaban compuestos por caballeros (cota de armas y manto blancos), y escuderos (cota de armas y manto negros). El nombre de "beauseant" (beau: bien, bello, y seant: que sienta bien, asentado...) le había sido aplicado como mote por los Hospitalarios y Teutónicos, a causa de la disposición de sus dos colores, y por celos de los Templarios, que eran los únicos a los que se permitía llevar la Cruz roja de las Cruzadas sobre su manto, privilegio que les había sido concedido por el papa Eugenio III, a petición de Bernardo.
Jugaba un papel muy importante en las batallas, ya que una vez comenzada, el polvo de la tierra envolvía a los combatientes, y el griterío en el fervor de la batalla, hacia imposible comunicarse hablando, aquí es donde entra la función del "Beauseant" .
Señalaba el lugar de concentración de la Orden mientras durase la batalla.
Considerado un objeto santo, era protegido por los más distinguidos caballeros, como depositario del honor de la Orden, y portada por un turcople.
Mientras permaneciera ondeando, la batalla no debía pararse; marcaba el ritmo y la movilidad de los miembros templarios en combate.
Si el "Beauseant" cayera, se llevaba otro de repuesto enrollada en una lanza, si cayera de nuevo obedecerían la bandera de los hospitalarios, si también sucumbiera, seguirían la de cualquier príncipe cristiano.
Significado de los colores:
Blanco: Simboliza la pureza, la vida, la castidad.
Negro: Símbolo de la fuerza, la muerte, el valor.