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viernes, 11 de mayo de 2018

TENGO GANAS DE VERTE. Este texto fue leído el día del libro 2018 en San Pedro del Pinatar.


Tarde lluviosa, triste y gris. Acurrucado en mi sillón, abrazado y protegido por mi vieja y raída manta, miro por la ventana como cada tarde; observo como las gotas de lluvia mojan el fino cristal que me separa del frío invierno, cómo las gotas recorren esa incesante carrera descendente hasta el final de la ventana y, otra vez volver a empezar, una nueva gota tras otra.
El humo de una taza de café que sostengo entre mis manos para calentarme, sube cual neblina etérea hasta mi faz y empaña mis gafas, escondiendo tras ellas, pequeñas lágrimas de melancolía, se escapan de estos mis ojos que un día fueron tuyos.
Añoranza, vestigios de ti y de tiempos pasados, acuden a mi mente, bombardeando con cada instante que pase contigo. Tu recuerdo está latente, vivo diría yo, grabado a fuego en mi roto corazón. Pero te fuiste para siempre, y me dejaste sólo.
Resultado de imagen de foto cristal lluviaEspero reunirme contigo en breve, y sé, o quiero creer, que me esperas allí donde estés, con los brazos abiertos y con esa sonrisa tuya tan característica. Porque dos almas unidas en el tiempo, lo estarán por siempre en el espacio.
Sé que nos fundiremos en nuestro ser común, sí, ese que la suma de ti y de mi, ese que formamos y que nunca nada, ni humano ni divino, volverá a separar jamás.
Aquí sigo esperando la muerte, con paciencia y no viene; pero con el ansia de volver a verte, a ti, a mi único amor, a mi vida, a la luz de mis ojos, a esa que se llevo mi corazón en vida aquel día que partiste sin decir adiós. Tan abatido y desgraciado me dejó, que el reloj que marca mi vida se paró en ese instante.
Sin ilusión, ni incertidumbres ni aventuras por correr juntos, quedé rendido ante la cruda y fría verdad, tú… ya no estabas. Por eso cariño, aquí espero cada tarde, sentado en nuestro viejo sillón a que aparezca la Muerte, para que me lleve a allí donde tu estas. Pero miro por la ventana… y nunca viene..
¿Acaso no tengo yo el derecho de morir, aunque sea por amor?
No tengo miedo, solo, unas inmensas ganas de volver a verte.

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